Tal vez tu silencio nunca fue roto,
los aparejos locos.
La vida de tu mano y tú lamiéndote las heridas.
No soy yo.
Apenas eres tú
la que vuelve a la batalla sin apenas dirigirme la mirada
como si ya no fuera nada.
Para ti.
Solo arena que se va
conforme el viento va avanzando y cambiando de lugar.
Y dudo si volver y luchar pero yo no abandono jamás.
Acabemos.
No duele tanto como la primera vez,
tal vez en un desliz te dejé hacer
y tu vida sin mí no te pareció tan triste.
Floreciste.
Y aunque fuera el agua que te daba color
ahora hay otros que hacen mi labor.
Dulce princesa, caprichosa como ella sola.
La más hermosa de todas las amapolas,
rojo sangre como mi pasión
ardiendo como de un solo liz.
No es tan solo tu locura
lo que me producía un desliz
tal vez la desembocadura
de lo que pudo ser y no sería
porque tocando la guitarra mía
soñé con tus atardeceres
apenas te recordé en mis placeres
aunque fueran lo que mis oídos
oían cuando gemía.