En silencio fue recogiendo uno a uno los pedazos de su corazón, sobre la arena dejó un mensaje para que el mar lo transforme en nada, como sería él unos instantes después.
En silencio fue recogiendo uno a uno los pedazos de su corazón, sobre la arena dejó un mensaje para que el mar lo transforme en nada, como sería él unos instantes después.
Sentía el alma rota y cómo el corazón latía con desgana como si la sangre fuera a cámara lenta convertida en arena. Se preguntaba si volvería a respirar sin esa sensación de angustia que achicaba sus pulmones. Rompió a llorar mientras soñaba con un futuro diferente.
Por el camino abandoné mi armadura, mi casco, mi escudo y hasta mi espada; rechacé lo que fui, anhelando olvidar mi estéril pasado de guerra; deambulando por la playa, en la arena dejé mis huellas en busca de un lugar donde habitar, por fin, en paz.
Deambulé sin rumbo durante un par de días, bordeando la ensenada, justo al salir de ese maletero. No miré atrás, no se me ocurrió. Quizá si lo hubiese hecho mi itinerario habría sido otro.
Al final, me encontraron fácilmente, al atardecer del segundo día. Mis amigos me dijeron que lo sentían, que la despedida se les había ido de las manos. Y que, si me quitaba la arena de playa de los pies, me podía sentar delante.
–¿Escribiste el daño que causé?
–Sí, pero en la arena.
Un libro en mis manos deja huellas firmes en mi alma, como mis pies en la arena.
Me ahogué en la arena de su olvido.
Las dos hormigas
jugando al escondite;
la arena fina.
Los amantes hollaron la playa con leves, suaves pisadas: arena gastada por suave piel… ¡delectable escenario! ¿Perdurará este cuadro de pasión pura? ¿La marea será clemente dama… o implacable agente lunar? ¡Temo tanto la respuesta!
Arribem a la platja, solitària en aquest capvespre. Em trec la samarreta mentre observo la Martina i em pregunto: seré capaç de fer com ella i quedar-me nu? Puc intentar-ho, em repeteixo una vegada i una altra, però la vergonya em guanya i, de moment, no m’atreveixo.
Nerviós i intranquil començo a caminar per la cala mentre la Martina neda entre les onades de la mar, blava i plàcida. M’arrecero al costat d’un pi i em castigo per ser tan indecís, per dubtar contínuament i qüestionar-me tot el que faig a la vida. Immers en les meves reflexions, de cop sento el zumzeig d’una abella que s’acosta. El meu pànic a tota mena d’insectes m’obliga a sortir corrents i, sense pensar-m’ho gens, em llenço a l’aigua.
Transcorreguts uns minuts sento com el bany m’ha transformat. A mesura que notava l’aigua freda a la pell, he enterrat la vergonya al fons del mar i m’he deixat anar. Des de la vora, la Martina em mira i somriu. Me’n vaig al seu costat i, tots dos lliures de qualsevol opressió al cos, passegem per la sorra fresca de la platja solitària.
Versión en castellano: Primera vez
Llegamos a la playa, solitaria en este atardecer. Me quito la camiseta mientras observo a Martina y me pregunto: ¿seré capaz de hacer como ella y quedarme desnudo? Puedo intentarlo, me repito una y otra vez, pero la vergüenza me gana y, de momento, no me atrevo.
Nervioso e intranquilo empiezo a caminar por la playa mientras Martina nada entre las olas del mar. De pie al lado de un pino, me castigo por ser tan indeciso, dudar continuamente y cuestionarme todo lo que hago en la vida. Inmerso en mis reflexiones, veo a una abeja que se acerca. El pánico a todo tipo de insectos me obliga a salir corriendo y, sin pensarlo dos veces, me tiro al agua.
Transcurridos unos minutos siento que el baño me ha transformado. A medida que iba sintiendo el agua fría en la piel, he enterrado la vergüenza al fondo del mar y me he soltado. Desde la orilla, Martina me mira y sonríe. Voy a su lado y, los dos libres de cualquier opresión en el cuerpo, paseamos por la arena fresca de la playa solitaria.
Núria Lorente Aroca