ICMarja, mar

Al mar en tiempos revueltos

Martín marcó el número de Marta.
Se estaba mareando debido a la marejada, y la concebida como una maravillosa marcha marítima estaba empezando a convertirse en una maratón de martirios.
Las olas alrededor del catamarán martilleaban marciales, como una furiosa marabunta, y él, con mariposas en el estómago provocadas por una maraña de sentimientos, temía que le fallase el marcapasos incluso antes de convertirse en comida para los marrajos.
No contestaban.
¿Habría descubierto el marqués, padre de ella, su tórrida aventura en Marruecos? Menudo marrón. El viejo estaba marchito desde hacía muchos marzos, pero no aceptaría ni por una marmita llena de maravedíes, que ella prefiriera como marido un marino marrullero a un magnate del marfil. Si al menos fuera un mariscal, o un marajá…
Marte brillaba en el cielo, lejos de la marmórea luna, señal terrible, que marcaba como una mala idea echarse al mar en tiempos revueltos.

ICMarja

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