El anciano estaba muy nervioso. Aquello le había costado un dineral.
¿Y si no era tan bueno como decían los anuncios?
Se quedó mirándolo. Ya llevaba un montón de tiempo descongelándose.
Las instrucciones decían lo justo y no más:
-Talla M.
-Envasado en atmósfera protectora.
-Sin retirar ni agujerear el envase, calentar a potencia muy baja durante al menos 5 horas.
-Retirar el envase y cubrir convenientemente.
-Mantener en temperaturas entre 15 ºC y 30 ºC durante los primeros 15 días.
-Una vez descongelado, no volver a congelar.
Pero no había de qué preocuparse, ¿verdad?
El pitido del aparato le sobresaltó. Respiró muy hondo y recogió una manta. Con cuidado, tiró de los extremos plastificados y liberó al muchacho, que parpadeó un par de veces antes de dedicarle una sonrisa.
—¿Padre? —dijo el chico.
El anciano asintió, apretando los labios, y dejó que una lágrima le recorriera la mejilla.
Palabra Obligada 